sábado, diciembre 30

Anotaciones Verdi-Rojas


He estado ausente, ausentísima...

La Navidad ya pasó, y much@s bloguer@s ya escribieron sobre esa fecha...
unos post mejores que otros, pero todos muy originales...

Yo, he estado hibernando con mi tristeza y mis lágrimas en mi guarida oscura,
lejos de los olores de hallacas, ensaladas, panes de jamón, etc...
y creo que ha sido mejor así, (porque sssshhh... siento envidia)
pues sí, a caso es malo querer sentirse un poquito feliz en estas fechas?...
bueno, parece un sentimiento muy vil:
desde pequeña me han dicho que no debo sentirl ENVIDIA...
pero cuando estás un 24 de diciembre a la 2:25 a.m. viendo cualquier patética película de navidad, y escuchando las risas de tu familia en la sala... no puedo dejar de desear un poquito de esa alegría...

aunque reconozco que no soy la Navidad hecha persona, y que esos rituales familiares, con cenas navideñas, y pavos rellenos no es mi costumbre más anhelada... las noches como estás en que la pensadera, la melancolía, y las &%$·"! lágrimas no dejan de salir, quisiera sólo dormir, tener una máquina de tiempo y saltarme estas fechas, o simplemente desaparecer... y por qué no? es cierto, también he deseado estar con él...

Lo que no he dejado pasar son dos excelentes vinos que me ofreció mi prima
y la esposa de un amigo... los recomendaría pero no recuerdo los nombres...
un vino chileno nunca se puede rechazar, y el otro con néctar de durazno, delicioso...

Ya casi se acaba el año, y mi tristeza sigue aquí... el 31 lo que augura es una cantidad desproporcional de música en los canales de video, y quizá algunas películas infantiles de mis primitas... (Happy Feet, lo que el agua se llevó, etc...)

Lo que me queda es desearles un Año Nuevo lleno de todos sus deseos...

¡Cómo disfruto de la felicidad de las personas que quiero!
aparto la envidia, y hago un gran brindis con todos quienes lean estas líneas
o tan sólo con quien quiera que yo quiera ser feliz...


¿El 2007 será un buen año?


miércoles, diciembre 6

En estos días secos en que tu ausencia duele y agrieta la piel,
el agua sale de mis ojos llena de tu recuerdo a refrescar
la aridez de mi cuerpo tan vacío y tan lleno de vos
Gioconda Belli. Poeta nicaragüense

viernes, diciembre 1

Don de lágrimas

Con el tiempo uno vuelve a llorar como los niños, por lo que sea. Llora con más frecuencia que de joven, pero también con más pudor que nunca. Porque con el tiempo uno aprende a mirarse cuando llora, y eso lo seca todo.
Si la cabeza no se metiera en lo que no le importa, uno podría llorar como quien duerme, para descansar. No habría que sentir vergüenza de lagrimear, podría una hacer pataletas tirada en el suelo cuando se despide de alguien, no nos importaría que todo el mundo oyera nuestros gemidos en el cine y por supuesto que podríamos acompañar a otros en sus lágrimas cuando los vemos sufrir sabiendo que no hay cómo ayudarlos. Si es tan natural reírse con la risa de otros, ¿por qué contenemos el impulso de llorar con otros? ¿Por qué si valoramos el sentido del humor encontramos vergonzoso el don de llanto? Seríamos mucho más entendidos si nos permitiéramos llorar cuando queremos.
Sin embargo, hemos puesto las cosas de tal modo que uno ya no puede llorar ni por lo que debe… Cuando crecí aprendí a no llorar como se debe. Tanto oí que eso era lo correcto, lo fino, lo valiente. Tanto, que me sonroja llorar tras de la puerta cuando nadie está viéndome, cuando el nudo en la espalda me sugiere durante más de una semana que la única cura sería llorar un rato sin buen gusto y sin miedo junto a una veladora.
Casi siempre complacemos al buen gusto y al arte de fingir fortaleza. Como si hubiera más valor en suicidarse que en seguir vivo, como si los que creen que se han acostumbrado al ruido no estuvieran en realidad quedándose de a poco en la sordera.

Fragmentos del relato
Don de lágrimas, de Ángeles Mastretta.

Día Internacional de la Lucha contra el Sida