sábado, enero 20

De teorías y puntos suspensivos... (I Parte)



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Este es el planeta de las teorías... hay hombres que sólo conozco por culpa de ellas: Marx, Marcuse, Adorno, Habermas son sólo algunos, y los criollísimos Antonio Pasquali y Marcelino Bisbal. Estos, en el campo de la comunicación, que es lo que he estudiado en los últimos años. Pero en este mundo hay teorías para todo… que si la teoría de la relatividad, que si la teoría cuántica, que si el teorema de Pitágoras, que si la teoría del Big Bang, que si la teoría del tesoro al final del arcoiris... en fin, este mundo es una teoría completa.

El amor y el desamor tienen sus propias teorías... hay tantas como historias existen en cada persona. Algunos nos atrevemos a crear teorías propias; otros sólo siguen la corriente de la vida y viven teorías ya inventadas.

Pero a la que quiero llegar es a aquella que seguro tantos conocen, y ha sido repetida hasta el cansancio. Es aquella que establece que un clavo saca otro clavo”. Yo no lo he comprobado, ni tengo la más mínima intensión de hacerlo, pues no confío en ella; y a decir verdad, soy escéptica con muchas de las teorías excesivamente divulgadas.

Justamente ésta fue la que él utilizó... para ser sincera, lo que menos deseo es que logre desclavarme, pero estoy conciente de que sería lo mejor (claro, lo mejor para él... porque en cuanto a mí, cada día me desmorono un poco más por su desamor).

Para mí no fue sólo un clavo... si es una cuestión metafórica sería mejor compararlo con un tornillo, por lo que un clavo no lograría sacarlo... Sí, definitivamente fue un tornillo, y no existe aún ninguna teoría donde aparezca algo parecido a un destornillador, y no pienso inventarla yo… no puedo imaginarme mi corazón lleno de tornillos (y mucho menos de clavos, en todo caso me gustan más los tornillos… los clavos son lisos y por tanto aburridos).

Los martillos se utilizan para clavar... pues, creo que el martillo que usamos no sirvió en su caso, por el contrario cargó toda su fuerza en mí... y más que martillarme al amor, me desgarró hasta apuñalarme... ¿cómo curarme de mi divina obsesión por el dolor?...


Antes todo era mucho más fácil: no creía en él (el amor), él no se acercaba a mí, y todos felices... ¿Por qué tuvo que perseguirme con su martillo (o Eros con su flecha)?, pero eso es otra teoría…